La Visita Comunicación
Tengo la suerte de disfrutar de las cosas con la ingenuidad de un niño, pese a estar cerca de la cincuentena. Así que el pasado sábado y gracias a la invitación de Alberto, un apasionado de la naturaleza y sus “contornos” pude disfrutar de una tarde-noche de encuentros con la naturaleza.
EL objetivo era presenciar la Berrea que no es otra cosa que el reclamo y berreo de los ciervos, para marcar terreno y hacerse con el harén de hembras que montaran más tarde.
Un sonido gutural y muy curioso, es que los ciervos en época de celo emiten con fuerza.
La hora más adecuada, es justo en el momento que comienza anochecer, ya que la luz, es importantísima para este fenómeno que solo se produce a finales de septiembre y por no más de tres cuatro semanas.
El macho que con este proceder intenta adueñarse de su zona o territorio, puede llegar a luchar con otros ciervos y utilizar su majestuosa cornamenta. De esta manera pueden hacerse con un harén de hasta cincuenta hembras que luego montara dos o tres veces. El coito es muy breve y de no conseguir fecundación, la hembra ovulara dieciocho días más tarde.
El periodo de gestación es de 235 días, donde nacerá un solo cervatillo.
Alberto me explicaba con todo tipo de detalle, la diferencia entre cuernos y cuernas. Siendo estos primeros perennes y no caen nunca. Mientras las cuernas, la principal arma del macho, caen sobre marzo y con una regeneración sorprendente, vuelven a salir con una fortaleza extraordinaria.
Por tierras del Parque del Gorbea y cerca de Altube, seguimos descubriendo las infinitas curiosidades que ofrece la naturaleza. Y Alberto me explica con paciencia y detalle la diferencia entre un hayedo y un robledal. Siendo fáciles de distinguir por que el hayedo no tiene ningún tipo de maleza bajo su tronco, mientras que el robledal, presenta helechos y maleza variada, ya que este permite pasar la luz de sol hasta el suelo.
Vemos las primeras huellas de corzo y de ciervos, que nos hacen subir con más ganas, el pequeño repecho que nos acerca a la zona de observación de la Berrea.
Llegados al punto de la berrea, permanecemos en completo silencio, ya que esto animales, tienen una capacidad de detectarnos y escapar del sitio.
Prismáticos en mano y con el sigilo de un espía, vamos oteando el entorno y sin llegar a ver nada, oímos un pequeño y lejano berreo.
Topamos con un Gavilán, encaramado en la cúspide de un árbol y unos metros más allá, un par de Jabalís, juguetona con la comida del suelo.
El bosque, permite, si 
estas atento, enseñarnos muchas lecciones que no todos sabemos aprender.
Observamos ahora un acebo, que en su parte baja, presenta la forma tan característica de su hoja, que no es otra, que su defensa, ya que unos centímetros más arriba, presenta otra forma más amable. De esta manera, la naturaleza se defiende de posibles enemigos.
Otros árboles, presenta sus curiosas formas, debido al trasmoche, que es una forma de poda que se realiza con el objetivo de aprovechar el rebrote de algunas especies de árboles para obtener madera de calidad para vigas así como leña, forrajes para animales y otros recursos.
Contamos con la inmensa suerte de disfrutar de la luna llena que hechiza con todo su esplendor el paraje donde nos hemos recostado, para contemplar la berrea.
No estamos teniendo suerte, ya que el tiempo pasa y Alberto gran conocedor de estas estancia
s, comente que ya deberían haber comenzado los berreos.
Damos cuenta del bocata que hemos llevado y ya entrada bien la noche, decidimos abandonar el lugar. Alberto no pierde ocasión de contemplar incluso con la luz de frontal cualquier detalle. Ahora, paramos para contemplar un gusano que será mariposa, y unos metros allá, un escarabajo aceitero. Denominado así, por que utiliza un aceite que desprende para defenderse. Este aceite es irritante en su ingesta, dotando al pequeño insecto de una curiosa arma.
La potente luz del frontal de Alberto, no ha intimidado a un ciervo que jus
to a nuestro paso, emite un profundo berreo y su consiguien
te espantada. Yo no logro ver nada más que unos cuernos en movimiento, pero Alberto, contempla su cara. Unos metros más allá, vemos la fuga de lo que podrían ser dos hembras, pero la falta de luz, no permiten asegurar con precisión este detalle, quizás sean dos corzos.
La experiencia ha sido estupenda y eso que no hemos visto ni oído bien la berrea, o sea que el día que la veamos, será genial. Hasta entonces, gracias Alberto.
jabierCalle
